jueves, 23 de septiembre de 2010

Destino



Esa mujer atravesó sus ojos
desato la furia del deseo único
lo arrastró hacia su pecho.
El no tuvo otra alternativa
que lamer sus senos
arroparse en los pliegues de esa carne tibia
sumergirse en ella buscando su vientre
dejó que sus manos fueran recorriendo
dejó que su boca mordiera su grito
dejó su simiente volver al origen.
Al amor primero, al fuego prohibido.
Luego fue un designio cumplido su orgasmo
maldijo su semen, arrancó sus ojos
lloró por su sangre el horror de un hijo.
La noche y la culpa
besos imborrables en la piel de Edipo.

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